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La investigación y la pediatría

Por: Universidad Libre Seccional Cali

Desde el principio de la medicina en épocas de Galeno e Hipócrates, la investigación ha sido la piedra angular de su desarrollo. Inicialmente se basó en la formulación de hipótesis y comprobación en la práctica clínica, como sucedió con la teoría de los cuatro humores, para luego pasar a ser esencialmente observacional, como cuando Vesalio plasmó gráficamente en su libro De humani corporis fabrica lo que veía en las disecciones de cadáveres, convirtiéndolo en una de las primeras ilustraciones anatómicas de la historia.

En la actualidad la investigación médica es cada vez más rápida y numerosa, llegando al punto en el que podemos decir que lo que sabemos de un tema tiene el potencial de cambiar en 24 horas y como médicos estar al día de todo lo que se produce es un verdadero desafío, completamente necesario para que cada paso del acto médico esté basado en evidencia científica de calidad.

Cada decisión tomada en el ámbito de la salud, desde la creación de una guía de práctica clínica, un tratamiento o una intervención, está basada en la investigación, rigurosa, metódica y ética, como se supone debe ser. Sin embargo, la pediatría afronta un gran reto en este campo y es la relación entre la ética y la ciencia. ¿Hasta qué punto es ético investigar y más específicamente experimentar en niños?

Gran parte de la práctica en pediatría era derivada del conocimiento del adulto, pero con el paso del tiempo se ha aprendido a reconocer las diferencias entre unos y otros, gracias a los adelantos en la fisiología del niño, y actualmente la medicina es consciente que este grupo etáreo requiere sus propias investigaciones, para no seguir siendo ‘huérfanos terapéuticos’, tal como lo dijo Shirkey en 1968.

Tratando de tener una visión panorámica de este asunto, es importante recordar que la investigación hace parte de las tareas del médico, desde el inicio de su formación. En la actual pandemia, cada día y con cada paciente, surgirán nuevas preguntas y en los años próximos, cuando se enfrenten todas las consecuencias, tendremos que replantearnos la nueva realidad, desde lo físico hasta lo mental y emocional. Será entonces nuestra responsabilidad comenzar a explorar la población de niños a quienes asistimos, quienes indudablemente tendrán habilidades, sentires y tensiones diferentes al enfrentar una socialización y un desarrollo cognitivo diferente, asumiendo estilos de vida completamente distintos a los acostumbrados.

Esta es una invitación a generar conocimiento a partir de la curiosidad científica y la disciplina investigativa. Se requiere de la formación empírica y formal de médicos apasionados por la veracidad científica y conscientes de la necesidad de producir conocimiento de los niños para los niños, porque la medicina cambia vertiginosamente cada día y la situación que actualmente atravesamos aceleró este proceso. Para ser médicos y pediatras competentes, estar al día se hace imprescindible y más allá de ser buenos en el acto médico, generar cambios a nivel social y en salud pública, así como guiar la crianza de nuestros niños pandémicos, es importante con un nuevo conocimiento, investigando las repercusiones tanto positivas como negativas del cambio en las dinámicas de vida.

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